LA IMPORTANCIA DE LOS
CUENTOS COLECTIVOS
Resulta
evidente que la elaboración de cuentos colectivos por parte de los niñ@s es una
actividad verdaderamente interesante y motivadora porque además de fomentar el
hábito de la lectura, estimulamos su creatividad, su lenguaje y el adecuado
perfeccionamiento de su dicción.
Los
estímulos sensoriales que aporta esta actividad son mucho más efectivos que
cualquier otra de índole individual y exclusivamente escrita, ya que los
estímulos orales multifocales realizados por distintas personas reportan una
motivación, una asimilación y una interactividad mucho más directas y
enriquecedoras a la hora de desarrollar su imaginación, creando un mundo de
fantasía en el que los alumn@s se identifican con determinados personajes,
reconociendo a través de ellos sentimientos como el valor, la justicia, la
alegría, el miedo, la frustración, la superación de obstáculos y penalidades,
etc.; sentimientos que luego serán capaces de ver reflejados en los demás y en
sí mismos.
Como
ejemplo de cuentos colectivos elaborados por nuestro alumnado, reproducimos
seguidamente un cuento grupal realizado por los alumn@s de 4º, 5º y 6º de la
aldea de Corona, que fue contado en la celebración del día de Halloween, el
pasado 31 de octubre.
José María Molina Caballero
Cuento: “Una aventura en el
castillo encantado”
Érase
una vez una pandilla de amigos que vivían en la misma calle de un pueblo
llamado Villa del Conde. En este pueblo había un castillo que pertenecía al
Conde de Olivares, cuyo abuelo dicen en el pueblo que tenía poderes
sobrenaturales.
La
pandilla de amigos se lo pasaba muy bien jugando casi todas las tardes, después
de clase, al escondite y a otros juegos muy divertidos. Pero un día a Sara se
le ocurrió proponerle a sus amigos ir al castillo a jugar a “los cazadores de
fantasmas”, porque la gente del pueblo pensaba que el antiguo Conde se aparecía
de vez en cuando en el castillo, que aún conservaba todo su antiguo mobiliario,
y este asunto de las apariciones le daba mucho miedo a todos los habitantes del
pueblo.
Hablando
de su plan para visitar el castillo, todos los amigos comentaron que era
peligroso saltarse la verja de hierro que había en el patio de atrás, pero
Tomás dijo que conocía un sitio por el que poder entrar fácilmente a través de
un agujero que había en la valla próxima al seto del jardín.
-¡Vamos
a quedar todos esta noche a las once en punto en la casa de Andrés que vive
cerca del castillo! -dijo Lucía.
-¡Venga
vale, pero hay que llevar grabadora, linternas... -dijo Marta.
-De
acuerdo -dijo Luis.
La
noche estaba muy oscura, había luna llena y a lo lejos se oía el aullido de los
lobos enfurecidos no se sabía por qué.
Al
saltar el seto del jardín los niños tenían bastante miedo. Pero Luis les dijo
que fueran valientes.
Cuando
entraron en el patio del jardín una bandada de murciélagos se abalanzó sobre
sus cabezas y todos comenzaron a gritar como locos. Andrés empujó la cancela
principal del castillo y accedieron al gran salón que había en su interior.
Los
murciélagos comenzaron a chocar con los cristales de la ventanas como queriendo
entrar al salón. Los niños estaban un poco más tranquilos porque dentro parecía
haber menos peligro pero en esos momentos una luz blanquecina bajó desde la
lámpara de araña y se paró en una armadura que perteneció al viejo Conde. La
luz rápidamente penetró por los dos agujeros de los ojos y pareció darle vida a
la armadura.
Los
niños boquiabiertos gritaban muertos de miedo mientras la armadura comenzaba a
caminar hacia ellos con un hacha de hierro en la mano. Los niños corrieron y se
metieron debajo del sofá mientras Luis gritaba:
-No nos
haga daño señor Conde, sólo estamos jugando al escondite… -dijo Luis muy
asustado.
Pero el
Conde les habló con su voz terrorífica y les dijo:
-Cómo
osáis molestarme enanos pequeñajos. ¿Sabéis quién soy yo? Soy el Conde de
Olivares; el Conde más sanguinario de nuestra tierra. Tengo muchos poderes y os
puedo convertir en ranas, serpientes o lagartijas.
En esos
momentos la mano del Conde proyectó un haz de luz sobre ellos y los convirtió
en sapos muy feos. Los niños croaban, croaban y croaban y el Conde iba a
aplastarlos con su armadura cuando de repente una voz tierna y melodiosa se oyó
en el salón del castillo. Era la voz de doña Leonor, la hija del Conde, que le
suplicó a su padre que los volviera a convertir en humanos. El Conde finalmente
accedió a su petición, y entonces se oyó en el salón su voz ronca y terrorífica
pronunciando unas palabras mágicas para deshacer el hechizo: “Calampur,
tatacarata, pentaconto, bolobolanco...”, y en esos mismos instantes los niños
se convirtieron de nuevo en humanos, y doña Leonor convenció a su padre, el
Conde, para que los invitara a cenar esa noche en el castillo, y después los
llevará en su carruaje volador hasta sus casas, prometiéndoles que nunca más
volvería a asustarlos... Y así comenzó una bonita amistad.
Cuento colectivo realizado por los alumn@s de 4º, 5º y 6º de Corona
(Ángela, Nerea, Aarón, Ayoub, Antonio, Ainhoa, Aroa y Sergio)
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